jueves, 21 de noviembre de 2013

Los retos del Patrimonio Cultural



Al hilo de la celebración el pasado sábado 16 de noviembre del día del Patrimonio Mundial planteamos  los retos a los que hoy en día se sigue enfrentando la gestión del patrimonio cultural, a pesar del desarrollo de normativas y el “impulso” desde las administraciones de su puesta en valor. Día a día se siguen produciendo agresiones, abandonos, cierres y sobretodo un gran desconocimiento en torno al valioso legado patrimonial de los pueblos y ciudades de España. En esta situación planteamos cinco grandes retos a los que debe saber sobreponerse la gestión del patrimonio para trazar modelos de éxito.

Reto I: La falta de conciencia de la sociedad en la conservación del patrimonio

El patrimonio cultural es siempre el resultado de la evolución y los usos de una sociedad, por tanto su raigambre entre las personas es una de sus notas definitorias. Frente a esta definición teórica nos encontramos como gran parte de la sociedad da la espalda a su patrimonio, de igual manera que se abandona la tradición y las costumbres, a favor de una cultura globalizada. Ello deviene en una falta de conciencia del valor del patrimonio y de la necesidad de su conservación como legado de la sociedad y fuente de riqueza. La consecuencia es que el patrimonio se queda sin el sustrato que le ha dado sentido, las personas, quedando a merced de intereses económicos y políticos frente a los cuales carece de defensa sin una sociedad que lo reclame como propio y valioso.

Para fomentar la conciencia del valor del patrimonio debe hacerse hincapié en su conservación desde la infancia. Aprovechando las capacidades educativas del patrimonio, no como meras visitas de esparcimiento si no como auténtico recurso docente al servicio del profesorado.


Reto II: La falta de compromiso de los titulares del patrimonio.

En muchos casos los titulares del patrimonio mueble e inmueble lo son de manera involuntaria: Administraciones Públicas que acumulan colecciones y edificios por virtud de la ley, obispados que asumen los legados de los conventos cerrados, empresas que adquieren bienes por operaciones financieras, etc. Estos titulares que debieran asumir labores de conservación y gestión, suelen carecer de la sensibilidad e interés como para ser conscientes del legado que tienen entre manos, valorando únicamente los gastos derivados de su conservación y no el rendimiento que sería capaz de generar. Lo que derivará en problemas en cuanto a su protección y la necesidad de alcanzar rentabilidad financiera.

Esta realidad es además una pescadilla que se muerde la cola, pues quienes podrían obligar a la conservación son las AAPP que no sabiendo qué hacer con el patrimonio en sus manos difícilmente van a asumirr la expropiación de nuevos recursos, lo que deriva en ejemplos sangrantes de agresión y abandono del patrimonio que no debieran tolerarse.


Reto III: La desprotección del patrimonio local.

A pesar del desarrollo legislativo sobre patrimonio cultural siguen existiendo campos desprotegidos, especialmente en lo que se refiere al patrimonio local. Esto no se debe tanto a una mala legislación si no a la suma de los factores antes mencionados: la falta de conciencia y la titularidad. En su conjunción nos encontramos con elementos que ante la insensibilidad de sus dueños, la falta de visión de las administraciones públicas y la baja conciencia de la sociedad, desaparecen. Raro es el pueblo o ciudad que no pierde recursos patrimoniales bajo la consigna de no haber alcanzado la categoría de BIC o formar parte de alguno de los inventarios que promueven las CCAA. Esto conduce al empobrecimiento de la cultura local y a una idea de patrimonio elitista en el que solo se conservan las joyas principales.


Reto IV: La primacía de la rentabilidad financiera como criterio de gestión.

El desarrollo de los estudios sobre gestión y puesta en valor han calado solo parcialmente en los responsables culturales, asumiendo la idea de la rentabilidad del patrimonio de una manera cuanto menos incompleta. La rentabilidad del patrimonio no puede medirse con criterios de mercado, en primer lugar porque su rendimiento va más allá del puramente financiero de los gastos y los ingresos, pero además porque carece de las condiciones para competir bajo las reglas del libre mercado. Primar la rentabilidad financiera del patrimonio conduce a la infrautilización del mismo, y en muchos casos a la devaluación de su contenido. Los altos costes de mantenimiento son difícilmente compensable con los ingresos a corto plazo, lo que desincentiva la inversión en patrimonio. Sin embargo la aplicación de modelos económicos en los que se tenga en cuanta su naturaleza de bien público permitiría desarrollar mejores herramientas para evaluar la eficacia de la puesta en valor del patrimonio más allá de los flujos de efectivo.


Reto V: Introducirse entre las propuestas de moda.

Por último, el patrimonio debe enfrentarse también a las modas y tendencias. Aspecto que a priori no resulta favorable por cuanto se considera el área más tradicional de la cultura y por tanto fuera del circuito cultural más vanguardista. Sin embargo el propio concepto de moda es cambiante, y la gestión del patrimonio debe saber buscar formas para explicar con lenguaje del siglo XXI toda la herencia cultural que ha permitido que hoy en día se pueda vivir en la sociedad posmoderna en que nos encontramos. Pero la moda también afecta a la protección del patrimonio, así el proceso de ampliación del concepto de patrimonio cultural hace que las nuevas categorías compitan por la protección contra los elementos más tradicionales. Todo ello es el resultado de una visión parcial e incompleta del valor del patrimonio en el que la suma de recursos redunda en el conocimiento de una realidad cultural.



miércoles, 13 de noviembre de 2013

Imagen e identidad en la promoción de las ciudades turísticas.



En una visita reciente al Palacio de la Diputación Provincial de Zamora, un edificio a medio camino entre el historicismo y el modernismo, me venía a la cabeza como muchas ciudades luchan contra su imagen en pro de una modernidad que resulta ajena a sus ciudadanos, a sus instituciones y a la identidad de la ciudad. En este caso concreto, una ciudad marcada aún por el historicismo del siglo XIX ha visto como en los últimos años se sucedían los eslóganes que la promovían como ciudad líquida, gayfriendly o desconocida con una imagen moderna y vanguardista completamente alejada de la realidad de una ciudad que aún hoy guarda un gran parecido con la Vetusta de Clarín.

Pero esto no es algo limitado a la particular Zamora, la gestión de la imagen de una ciudad como pantalla de promoción al turismo es una de las herramientas principales de los Ayuntamientos para la captación de visitantes. Y es que por mucho que se quiera la imagen de la ciudad no se puede generar, cada ciudad tiene la suya como resultado de la cultura que sus ciudadanos han generado a lo largo de su historia. Por ello cuando Ayuntamientos, concejalías y consejerías se empeñan en rediseñar la imagen de una ciudad acaba siendo un disfraz.

En ese afán de rediseñar la imagen la tendencia actual es ser una ciudad de vanguardia -un carácter para el que se requiere mucha inversión previa en cultura y desarrollo de la sociedad-. Toda ciudad que se precie ha de tener en su urbanismo ejemplos de arquitectura de vanguardia, aunque ello no nazca de la inquietud de su sociedad sino de la chequera de las arcas públicas, y si en el proceso se pierde algún edificio histórico será por el bien de la modernidad -como cuando se perdieron los recintos amurallados a principios del siglo XX-.

La falta de respaldo en la sociedad de esa imagen de modernidad hace que muchas de las propuestas más contemporáneas de los Ayuntamientos no sean más que trampantojo o en lenguaje más “vanguardista” puro postureo. Todo ello resultado del afán de copiar –que no aplicar, que es mucho más trabajoso y da mejores resultados- modelos de éxito conocidos en otros lugares. ¿Qué ciudad no querría ser tan moderna como Berlín o Londres, o mirando más cerca Barcelona?

Las ciudades son lo que son y desarrollar los valores propios de la ciudad siempre dará más resultado que impostar modelos ajenos a la idiosincrasia de su sociedad, por arcaicos que sean estos valores. Al final vender modernidad donde no la hay solo genera expectativas insatisfechas, y eso devalúa la imagen de una ciudad mucho más que la promoción de su carácter más tradicional.


La banalización de la imagen de una ciudad, y por ende de su cultura, conduce a la estandarización de una cultura globalizada en lo que lo propio y tradicional se arrincona por castizo y apolillado pero donde las iniciativas más contemporáneas tampoco encuentran salida frente a las programaciones “oficiales”. Al final se genera una imagen comercial de una modernidad ficticia que en nada colabora al desarrollo cultural de la ciudad ni a su aprovechamiento turístico y rara vez pretende fomentar las nuevas expresiones artísticas.

viernes, 8 de noviembre de 2013

El Museo Nacional de Escultura busca amigos en Facebook


El consumo de información a través de las redes sociales aumenta día, siendo uno de los condicionantes principales de la agenda de ocio y cultura de muchos usuarios. Por ello los centros e iniciativas culturales van dándose cuenta de que su presencia en las RRSS es crucial para el desarrollo de públicos y la captación de visitantes que garanticen la viabilidad de sus centros.

La propia naturaleza de las redes sociales obliga a que la presencia en ellas no se limite a la existencia de un perfil y alguna publicación puntual, los usuarios demandan comunicación e interacción entre las instituciones y los miembros de su comunidad.

Pese a ello muchos museos se resisten a dar el paso hacia estos sistemas de comunicación y otros lo hacen tímidamente. Razón por la que ha llamado tanto la atención la nueva campaña de Facebook del Museo Nacional de Escultura, asumiendo el lenguaje propio de este medio y jugando con la ironía en consignas que no dejan indiferente a nadie.


El Museo Nacional de Escultura, a través de su departamento de comunicación, ha apostado por romper la imagen preconcebida de que los museos clásicos son entes aburridos y anclados en u planteamiento museológico antiguo y falto de atractivo para el público cultural del siglo XXI. Las consignas de la nueva campaña resultan actuales y atractivas, tanto en las formas como en el contenido, pero sobretodo no dejan indiferente al usuario, aspecto clave en toda campaña de comunicación que se precie.

Los eslóganes de la campaña juegan con la ironía y un lenguaje más agresivo respecto a la comunicación habitual de los museos, adaptándose a la perfección al contexto de una red social como Facebook en dónde las imágenes son el reclamo y la calidad del contenido el valor más apreciado por los usuarios. La línea elegante de los carteles, fuente clásica y redonda en color blanco sobre fondo negro, centra toda la atención en las frases ingeniosas que están llamando el interés de la comunidad virtual del Museo y despertando la curiosidad por cual serán las siguientes publicaciones de la campaña.


Un buen ejemplo de cómo un museo de Bellas Artes puede tener una gestión cultural dinámica y actual. En el siglo XXI se puede seguir disfrutando del esplendor de la escultura española, y mejor aún si la visten de alta cocina: repostería fina de piedra acompañada de crujiente de madera policromada y espuma de arte clásico al punto de nieve.

¿Aún no los sigues en Facebook? Ellos te están buscando bajo las piedras, pincha aquí.





jueves, 10 de octubre de 2013

De museos eclesiásticos y modas culturales...

Museo del convento de las Dueñas, Salamanca
En la gestión cultural, como en todos los campos de nuestra sociedad caprichosa, existe una gran dependencia de la moda, cultural pero moda al fin y al cabo. Podemos hablar de it museos, gestores tendencia, propuestas de nueva temporada, pero también de colecciones pasadas de moda. En este campo cada vez es más habitual enmarcar los museos de arte sacro, centros alejados de las agendas culturales y en muchos casos denostados por gestores y público.

Ante esta realidad cabe preguntarse ¿Es una moda pasajera o existe un riesgo de sostenimiento de los museos de la Iglesia? Como casi siempre la respuesta no es cerrada, cierto es que las modas cambian y en nuestra sociedad de consumo una gran masa se mueve por los criterios de los gurús del mundillo- ¿Cuántos centros han puesto en marcha RRSS sin saber para que ni cómo usarlas, solo por que el resto lo hacen?-. Pero el problema principal está en los propios museos, anclados en un modelo que les resta atractivo y competitividad.

La visita a un museo catedralicio, diocesano o conventual  se identifica con una sucesión de piezas, en ocasiones sin señalar, testimonio del esplendor artístico y patrimonial de una comunidad eclesial que se presentan al visitante para su admiración. Se trata de museos-tesoro, la adaptación de los antiguos tesoros catedralicios que ahora pueden ser visitados, pero ¿qué ofrecen al visitante? Cada día la demanda del público cultural es más amplia -deleite, información, aprendizaje, entretenimiento- y esto no puede obviarse a la hora de abrir a las visitas un museo.

¿Pueden vivir los museos eclesiásticos del mero deleite de sus joyas patrimoniales? difícilmente. Cada vez son más los museos de este tipo: comunidades de clausura que buscan ingresos para sus exiguos conventos, diócesis que acumulan patrimonio rural o catedrales que buscan financiación para su conservación. Y todos ellos acaban ofreciendo una oferta idéntica: ajuares litúrgicos en desuso, pintura y escultura de temática religiosa, y en el menor de los casos algo de historia del lugar que se visita. Una oferta reiterativa que no siempre atrae a los turistas, que suelen primar el museo del templo mayor de la ciudad y casi por ser visita obligada en cualquier excursión cultural, y que a penas despierta el interés de los conciudadanos.

Santa Margarita, Zurbarán.
La respuesta fácil a toda esta problemática: la crisis - la falta de inversión, los recursos escasos, las dificultades de las comunidades o la falta de apoyo institucional- pero realmente lo que le resta atractivo a este tipo de museos convirtiéndolos en modelos reiterativos es la falta de discurso. ¿Hablan los museos catedralicios de la evolución del templo? Aunque por lo general no,  la respuesta natural sería sí pues siendo el museo de la Catedral debiera contar su historia, su evolución, el papel en la historia de la ciudad, los artistas que han participado, como se ha creado su patrimonio, etc. Apostando por un discurso cada museo será diferente, no será lo mismo la evolución de la Catedral de Sevilla que la de Salamanca, ni el rol de sus cabildos en la evolución de la ciudad. En nada se parecerá un convento de predicadores al de monjas dedicadas al bordado ni estas a un convento de dueñas nobles.

Pero aun se puede ir más lejos, las colecciones eclesiásticas hablan de mucho más que su institución titular. Hablan de la evolución de la sociedad, de las costumbres, de artesanía, de música, de industria. Las santas mártires retratadas por Zurbarán, obras de arte sacro, han servido para montar una de las exposiciones más comentadas del último año, uniendo pintura barroca y moda contemporánea. Un esfuerzo de gestión  que demuestra que dotar de discurso a las colecciones multiplica exponencialmente la riqueza cultural del patrimonio, generando: deleite, información, conocimiento, aprendizaje y entretenimiento.

Un museo catedralicio difícilmente podrá ser uno de los centros de moda del panorama cultural -como también les ocurre a los museos de Bellas Artes o los provinciales- pero si puede ser atractivo y competitivo, despertando el interés de propios y extraños. Si con una buena gestión en EEUU hay museos hasta de pisapapeles, malo será que nosotros no seamos capaces de aprovechar auténticas joyas patrimoniales…

jueves, 26 de septiembre de 2013

La Colegiata de Toro, ejemplo de gestión del Patrimonio de la Iglesia



Pórtico de la Majestad, Colegiata de Toro.

La Colegiata de Santa María la Mayor de Toro es el principal foco de atracción de la ciudad de las leyes. Su arquitectura románica, y especialmente su portada policromada, han despertado el interés de turistas y expertos desde hace varias décadas, convirtiendo a la Colegiata en un bien de reconocido prestigio a nivel nacional. Los valores del templo dentro del arte medieval resultan innegables destacando la conservación de su cabecera original, las cuatro esculturas góticas que decoran las columnas de la nave o el imponente Pórtico de la Majestad. Sin embargo su puesta en valor como recurso cultural de la Iglesia no se ha limitado a la mera contemplación de su arquitectura y decoración si no que la Parroquia de Toro ha apostado por un modelo de gestión capaz de enriquecer la visita y generar empleo.

Ángel de la Guarda, S. Ducete y E. de Rueda.
En los últimos meses la Colegiata de Toro ha visto mejoradas sus capacidades culturales con tres líneas de actuación: Señalización de obras, adaptación de nuevos espacios a la visita y área de interpretación del Pórtico de la Majestad. Estas tres actuaciones ponen de manifiesto el valioso legado de las iglesias toresanas, concentrando en la Colegiata una importante muestra de escultura, pintura, orfebrería y textiles que se completa con un programa de apertura de otros templos a la visita cultural.

Las mejoras introducidas en la Colegiata de Toro ponen de manifiesto la capacidad de puesta en valor de las distintas instituciones de la Iglesia, titulares de un valioso patrimonio habitualmente infrautilizado y desaprovechado como recurso cultural, con una serie de mejoras que destacan en el campo de la  gestión por su eficiencia. Con una pequeña inversión, en materiales expositivos y recursos de interpretación, la Colegiata de Toro ofrece una visita atractiva, interesante y enriquecedora; pero además ha sido capaz de generar nuevos puestos de trabajo dedicados a la explotación de las visitas culturales, un meritorio ejemplo en los tiempos que corren.
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Muselaización del tesoro de la Colegiata.
Uno de los aspectos más interesantes del modelo de gestión de la Colegiata de Toro es que las mejoras nacen de la inversión de los propios órganos de la Iglesia, al igual que ocurre con el Museo Diocesano y el Museo Catedralicio de Zamora. Se apuesta así por el aprovechamiento cultural y evangelizador del patrimonio por parte de la Iglesia sin depender de las subvenciones públicas. En un momento en que el modelo de cultura subvencionada ha quebrado por la mala praxis resulta absolutamente necesario que sean los titulares del patrimonio quienes apuesten por la puesta en valor de sus recursos para su disfrute cultural y la generación de ingresos. Todo ello no conlleva una menor calidad en los contenidos, ya que estos son elaborados por personal cualificado como pone de manifiesto el video explicativo de la Portada de la Majestad en el que colaboran expertos de reconocido prestigio en el campo de la gestión patrimonial.

La Colegiata de Toro resulta un ejemplo de buena gestión del patrimonio eclesiástico, enriqueciendo notablemente los contenidos de la visita sin alterar en nada su uso como centro cultual de la localidad. Se demuestra de esta manera como los propios órganos eclesiales pueden desarrollar recursos patrimoniales atractivos y adaptados a las demandas y necesidades del público y conforme a los criterios actuales de la gestión cultural.


Desde estas líneas felicitar a D.Roberto Castaño, párroco in solidum de Toro y Tagarabuena, impulsor de las mejoras en la Colegiata de Toro.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Las Edades del Hombre, 25 años construyendo ¿identidad?

Eslogán conmemorativo del 25 aniversario


En 2013 se cumplen 25 años de la primera exposición de las Edades del Hombre, la fundación y la Junta de Castilla y León han decidido promocionar la efeméride bajo el eslogan 25 años construyendo identidad, sin embargo resulta complejo extraer cuales son los puntales identitarios que ha erigido las Edades del Hombre en pro de la comunidad autónoma de Castilla y León, especialmente tras observar la última muestra.

Las Edades del Hombre nacieron como respuesta a la necesidad de poner en valor el riquísimo legado cultural de las diócesis de Castilla y León. Las primeras muestras destacaron por su ruptura con el el modelo de gestión común del patrimonio eclesiástico, buscando nuevos horizontes en el aprovechamiento cultural del arte sacro. La sucesión de arcaicas vitrinas de los museos conventuales y catedralicios,  plagadas de enseres litúrgicos abandonados tras la reforma del Concilio Vaticano II, daba paso a las intervenciones en las grandes catedrales castellanas, el descubrimiento del patrimonio de las áreas rurales y sobretodo la demostración de que una muestra de temática religiosa podía estar en la vanguardia de la programación cultural de nuestro país.

San Juan Bautista. Salvador Carmona ca. 1743
25 años después la Fundación de las Edades del Hombre y la Junta de Castilla y León enarbolan las exposiciones como imagen y resultado de una comunidad que difícilmente logra encontrar una identidad que la defina como ente autonómico, tal vez porque la realidad histórica de sus nueve provincias supera con creces la reconstrucción de la historia de una comunidad que nace como tal en 1983. Las propuestas de vanguardia que dieron fama a las primeras ediciones de las Edades del Hombre se encuentran muy lejos del actual modelo de exposición, los discursos lineales y la repetición en diversas muestras de las “piezas estrella” consiguen opacar el mensaje de la exposición para volver a dar la sensación de una exposición más de cristos y santos.

La edición 2013 forma parte del denominado segundo ciclo de las Edades del Hombre, por abandonar las sedes diocesanas y situar las muestras en ciudades históricas. Esta pretendida descentralización de Las Edades no ha logrado sin embargo incentivar el turismo cultural en estos entornos ni ha supuesto una puesta en valor del patrimonio religioso de las zonas rurales que han acogido la muestra, debido sin duda a que seis meses de reclamo turístico no bastan para implantar un modelo de gestión turística y cultural.

Credo, nombre que recibe la exposición planteada en 2013, comienza en una coqueta plaza castellana con edificios de ladrillo y trama de madera, soportales y un castizo suelo empedrado, un entorno idílico salvo por el acceso. Llegar hasta la primera iglesia de la muestra supone recorrer gran parte de la trama urbana de la localidad sin apenas señal ni referencia. Y es que Credo es ante todo un recorrido por Árevalo, ya que las piezas se reparten por tres sedes a las que hay que añadir la Casa de los Sesmos donde se ubican las taquillas y la tienda. A pesar de ello la intervención en el urbanismo de la ciudad se limita a unos reposteros publicitarios, la sucesión de los carteles de las ediciones anteriores y una obra del renombrado Antonio López, Carmen dormida, que resulta tan descontextualizada que no parece parte de la exposición.

La idea de alejar las Edades de las catedrales y concatedrales obliga a situar la exposición en varios templos de reducido tamaño, cortando el discurso y dificultando la comprensión del mensaje que encierra cada propuesta expositiva. En el caso de Árevalo el recorrido resulta intermitente al tener que visitar hasta tres espacios, especialmente porque el último y principal en cuanto a volumen expositivo se encuentra a una notable distancia, rompiendo la sucesión de ideas que encierra el Credo y que la muestra pretende reflejar. Lo reducido de los templos también provoca que las sedes por separado den idea de una exposición breve y escasa de piezas y contenido. El primero de los templos, la iglesia de Santa María,  acoge solo ocho piezas y un audiovisual de difícil interpretación y que a pesar de su calidad difícilmente sirve de prólogo a la exposición, sin embargo se trata de un templo cuyos valores artísticos bien valen una visita, especialmente la decoración pictórica de su ábside.

Juicio Final s. XVI. Iglesia de San Nicolás de Bari, Burgos
En cuanto a la colección destaca el importante número de piezas procedentes de otras Comunidades Autónomas, como País Vasco o Castilla la Mancha, lo que sin duda supone un esfuerzo por renovar las colecciones y ampliar los horizontes de Las Edades que siguen acercando el patrimonio de  las numerosas parroquias y conventos de las diócesis de Castilla y León. A pesar de ello, el discurso resulta lineal y reiterativo, el recurso del Credo se ha enfocado a la parte más sustantiva de la profesión de la fe Católica: Fe, Dios Padre, Jesucristo, Iglesia y Santos, ya que la sección en torno al Espíritu Santo tiene escasas referencias a la tercera de las Divinas Personas. Son escasos los aspectos teológicos en los que ahonda la muestra recurriendo a referencias muy generalistas, a pesar de las múltiples posibilidades que  ofrece el arte católico. Las noventa y dos piezas que conforman la muestra resultan además muy diversas en cuanto a  calidad, mensaje, novedad y tratamiento. Así en la iglesia de San Martín se expone un portentoso San Juan Bautista de Salvador Carmona cuya calidad y dimensiones llama la atención del visitante, más aún siendo una imagen que procede de un pueblo de Guipúzcoa, pero cuyo tratamiento expositivo dista mucho de estar a la altura de su calidad: su ubicación en una zona de paso deja ver el vaciado de la parte posterior, pudiendo ver la madera sin tratar y dos grandes listones que aseguran la estabilidad de la obra. Otras piezas por ejemplo carecen de recursos interpretativos, tal es el caso del Juicio Final de la iglesia de San Nicolás de Bari de Burgos, una portentosa tabla llena de referencias iconográficas y con una carga didáctica que bien merecía algún recurso complementario.

La última edición de las Edades del Hombre pone de manifiesto algo que lleva señalándose ya varios años, el agotamiento del modelo. El baluarte Edades no responde ya a los criterios de calidad e innovación con los que nació en el año 1988, y en parte puede deberse a lo ajustado de los tiempos y lo reducido del presupuesto. Las Edades empiezan a reducirse al justificante de una serie de restauraciones de bienes muebles e inmuebles con dinero de la Junta de Castilla y León que una vez al año se exponen en un núcleo de población con varias iglesias y con una excusa temática. Su obligatoria anualidad, la decisión de alejar la exposición de las principales ciudades y el miedo a ahondar en la carga teológica de las piezas han generado en los últimos años muestras muy descafeinadas. Las Edades del Hombre han pasado de ser una oferta cultural de referencia a nivel nacional a la excusa para el turismo de fin de semana de Madrid, al que cada año le señalan que nueva zona de Castilla y León pueden visitar con la excusa de la anual exposición de arte sacro local.

lunes, 15 de julio de 2013

Cultura con mayúsculas en la Catedral de Zamora

El pasado sábado 13 de julio se inauguró en Zamora el ciclo DOMO MUSICAL que incluye tres conciertos de alto nivel en la S.I.Catedral.

La programación de este ciclo es el resultado del trabajo conjunto del Cabildo de la Catedral, la Delegación de Patrimonio y Cultura de la Diócesis de Zamora y el reconocido festival de música Pórtico de Zamora. El primer concierto estuvo a cargo de Eduardo López Banzo, quién ofreció un cuidado y académico recital de clave bajo el título Cromatismos: falsas, inganni, durezze.  Se pudieran escuchar diversas composiciones, de autores como John Bull (1562/63-1628), Girolamo Frescobaldi (1583-1643) o Johann Sebastian Bach (1685-1750), trazando un recorrido desde los primeros acercamientos al cromatismo hasta la eclosión barroca de la Fantasía cromática y fuga de Bach.

La propuesta Domo Musical  transformó durante unas horas la Catedral del Salvador en el continente perfecto para vivir una experiencia cultural de muy alto nivel. Hablar simplemente de un concierto en la Catedral no refleja lo ocurrido el sábado, junto a lo exquisito del programa musical el espacio aportó sin duda el marco perfecto para una propuesta redonda. Gran parte del aforo pudo ocupó la sillería renacentista, que Juan de Bruselas realizó entre 1502 y 1506, pudiendo descubrir de cerca un espacio que no resulta visitable y que es uno de los bienes más destacados de la Catedral.

La próxima cita será el sábado 20 a las 22:00 horas a cargo de Nichoas Mulroy, tenor,  y Herman Stinders, clave-órgano positivo.