jueves, 26 de septiembre de 2013

La Colegiata de Toro, ejemplo de gestión del Patrimonio de la Iglesia



Pórtico de la Majestad, Colegiata de Toro.

La Colegiata de Santa María la Mayor de Toro es el principal foco de atracción de la ciudad de las leyes. Su arquitectura románica, y especialmente su portada policromada, han despertado el interés de turistas y expertos desde hace varias décadas, convirtiendo a la Colegiata en un bien de reconocido prestigio a nivel nacional. Los valores del templo dentro del arte medieval resultan innegables destacando la conservación de su cabecera original, las cuatro esculturas góticas que decoran las columnas de la nave o el imponente Pórtico de la Majestad. Sin embargo su puesta en valor como recurso cultural de la Iglesia no se ha limitado a la mera contemplación de su arquitectura y decoración si no que la Parroquia de Toro ha apostado por un modelo de gestión capaz de enriquecer la visita y generar empleo.

Ángel de la Guarda, S. Ducete y E. de Rueda.
En los últimos meses la Colegiata de Toro ha visto mejoradas sus capacidades culturales con tres líneas de actuación: Señalización de obras, adaptación de nuevos espacios a la visita y área de interpretación del Pórtico de la Majestad. Estas tres actuaciones ponen de manifiesto el valioso legado de las iglesias toresanas, concentrando en la Colegiata una importante muestra de escultura, pintura, orfebrería y textiles que se completa con un programa de apertura de otros templos a la visita cultural.

Las mejoras introducidas en la Colegiata de Toro ponen de manifiesto la capacidad de puesta en valor de las distintas instituciones de la Iglesia, titulares de un valioso patrimonio habitualmente infrautilizado y desaprovechado como recurso cultural, con una serie de mejoras que destacan en el campo de la  gestión por su eficiencia. Con una pequeña inversión, en materiales expositivos y recursos de interpretación, la Colegiata de Toro ofrece una visita atractiva, interesante y enriquecedora; pero además ha sido capaz de generar nuevos puestos de trabajo dedicados a la explotación de las visitas culturales, un meritorio ejemplo en los tiempos que corren.
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Muselaización del tesoro de la Colegiata.
Uno de los aspectos más interesantes del modelo de gestión de la Colegiata de Toro es que las mejoras nacen de la inversión de los propios órganos de la Iglesia, al igual que ocurre con el Museo Diocesano y el Museo Catedralicio de Zamora. Se apuesta así por el aprovechamiento cultural y evangelizador del patrimonio por parte de la Iglesia sin depender de las subvenciones públicas. En un momento en que el modelo de cultura subvencionada ha quebrado por la mala praxis resulta absolutamente necesario que sean los titulares del patrimonio quienes apuesten por la puesta en valor de sus recursos para su disfrute cultural y la generación de ingresos. Todo ello no conlleva una menor calidad en los contenidos, ya que estos son elaborados por personal cualificado como pone de manifiesto el video explicativo de la Portada de la Majestad en el que colaboran expertos de reconocido prestigio en el campo de la gestión patrimonial.

La Colegiata de Toro resulta un ejemplo de buena gestión del patrimonio eclesiástico, enriqueciendo notablemente los contenidos de la visita sin alterar en nada su uso como centro cultual de la localidad. Se demuestra de esta manera como los propios órganos eclesiales pueden desarrollar recursos patrimoniales atractivos y adaptados a las demandas y necesidades del público y conforme a los criterios actuales de la gestión cultural.


Desde estas líneas felicitar a D.Roberto Castaño, párroco in solidum de Toro y Tagarabuena, impulsor de las mejoras en la Colegiata de Toro.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Las Edades del Hombre, 25 años construyendo ¿identidad?

Eslogán conmemorativo del 25 aniversario


En 2013 se cumplen 25 años de la primera exposición de las Edades del Hombre, la fundación y la Junta de Castilla y León han decidido promocionar la efeméride bajo el eslogan 25 años construyendo identidad, sin embargo resulta complejo extraer cuales son los puntales identitarios que ha erigido las Edades del Hombre en pro de la comunidad autónoma de Castilla y León, especialmente tras observar la última muestra.

Las Edades del Hombre nacieron como respuesta a la necesidad de poner en valor el riquísimo legado cultural de las diócesis de Castilla y León. Las primeras muestras destacaron por su ruptura con el el modelo de gestión común del patrimonio eclesiástico, buscando nuevos horizontes en el aprovechamiento cultural del arte sacro. La sucesión de arcaicas vitrinas de los museos conventuales y catedralicios,  plagadas de enseres litúrgicos abandonados tras la reforma del Concilio Vaticano II, daba paso a las intervenciones en las grandes catedrales castellanas, el descubrimiento del patrimonio de las áreas rurales y sobretodo la demostración de que una muestra de temática religiosa podía estar en la vanguardia de la programación cultural de nuestro país.

San Juan Bautista. Salvador Carmona ca. 1743
25 años después la Fundación de las Edades del Hombre y la Junta de Castilla y León enarbolan las exposiciones como imagen y resultado de una comunidad que difícilmente logra encontrar una identidad que la defina como ente autonómico, tal vez porque la realidad histórica de sus nueve provincias supera con creces la reconstrucción de la historia de una comunidad que nace como tal en 1983. Las propuestas de vanguardia que dieron fama a las primeras ediciones de las Edades del Hombre se encuentran muy lejos del actual modelo de exposición, los discursos lineales y la repetición en diversas muestras de las “piezas estrella” consiguen opacar el mensaje de la exposición para volver a dar la sensación de una exposición más de cristos y santos.

La edición 2013 forma parte del denominado segundo ciclo de las Edades del Hombre, por abandonar las sedes diocesanas y situar las muestras en ciudades históricas. Esta pretendida descentralización de Las Edades no ha logrado sin embargo incentivar el turismo cultural en estos entornos ni ha supuesto una puesta en valor del patrimonio religioso de las zonas rurales que han acogido la muestra, debido sin duda a que seis meses de reclamo turístico no bastan para implantar un modelo de gestión turística y cultural.

Credo, nombre que recibe la exposición planteada en 2013, comienza en una coqueta plaza castellana con edificios de ladrillo y trama de madera, soportales y un castizo suelo empedrado, un entorno idílico salvo por el acceso. Llegar hasta la primera iglesia de la muestra supone recorrer gran parte de la trama urbana de la localidad sin apenas señal ni referencia. Y es que Credo es ante todo un recorrido por Árevalo, ya que las piezas se reparten por tres sedes a las que hay que añadir la Casa de los Sesmos donde se ubican las taquillas y la tienda. A pesar de ello la intervención en el urbanismo de la ciudad se limita a unos reposteros publicitarios, la sucesión de los carteles de las ediciones anteriores y una obra del renombrado Antonio López, Carmen dormida, que resulta tan descontextualizada que no parece parte de la exposición.

La idea de alejar las Edades de las catedrales y concatedrales obliga a situar la exposición en varios templos de reducido tamaño, cortando el discurso y dificultando la comprensión del mensaje que encierra cada propuesta expositiva. En el caso de Árevalo el recorrido resulta intermitente al tener que visitar hasta tres espacios, especialmente porque el último y principal en cuanto a volumen expositivo se encuentra a una notable distancia, rompiendo la sucesión de ideas que encierra el Credo y que la muestra pretende reflejar. Lo reducido de los templos también provoca que las sedes por separado den idea de una exposición breve y escasa de piezas y contenido. El primero de los templos, la iglesia de Santa María,  acoge solo ocho piezas y un audiovisual de difícil interpretación y que a pesar de su calidad difícilmente sirve de prólogo a la exposición, sin embargo se trata de un templo cuyos valores artísticos bien valen una visita, especialmente la decoración pictórica de su ábside.

Juicio Final s. XVI. Iglesia de San Nicolás de Bari, Burgos
En cuanto a la colección destaca el importante número de piezas procedentes de otras Comunidades Autónomas, como País Vasco o Castilla la Mancha, lo que sin duda supone un esfuerzo por renovar las colecciones y ampliar los horizontes de Las Edades que siguen acercando el patrimonio de  las numerosas parroquias y conventos de las diócesis de Castilla y León. A pesar de ello, el discurso resulta lineal y reiterativo, el recurso del Credo se ha enfocado a la parte más sustantiva de la profesión de la fe Católica: Fe, Dios Padre, Jesucristo, Iglesia y Santos, ya que la sección en torno al Espíritu Santo tiene escasas referencias a la tercera de las Divinas Personas. Son escasos los aspectos teológicos en los que ahonda la muestra recurriendo a referencias muy generalistas, a pesar de las múltiples posibilidades que  ofrece el arte católico. Las noventa y dos piezas que conforman la muestra resultan además muy diversas en cuanto a  calidad, mensaje, novedad y tratamiento. Así en la iglesia de San Martín se expone un portentoso San Juan Bautista de Salvador Carmona cuya calidad y dimensiones llama la atención del visitante, más aún siendo una imagen que procede de un pueblo de Guipúzcoa, pero cuyo tratamiento expositivo dista mucho de estar a la altura de su calidad: su ubicación en una zona de paso deja ver el vaciado de la parte posterior, pudiendo ver la madera sin tratar y dos grandes listones que aseguran la estabilidad de la obra. Otras piezas por ejemplo carecen de recursos interpretativos, tal es el caso del Juicio Final de la iglesia de San Nicolás de Bari de Burgos, una portentosa tabla llena de referencias iconográficas y con una carga didáctica que bien merecía algún recurso complementario.

La última edición de las Edades del Hombre pone de manifiesto algo que lleva señalándose ya varios años, el agotamiento del modelo. El baluarte Edades no responde ya a los criterios de calidad e innovación con los que nació en el año 1988, y en parte puede deberse a lo ajustado de los tiempos y lo reducido del presupuesto. Las Edades empiezan a reducirse al justificante de una serie de restauraciones de bienes muebles e inmuebles con dinero de la Junta de Castilla y León que una vez al año se exponen en un núcleo de población con varias iglesias y con una excusa temática. Su obligatoria anualidad, la decisión de alejar la exposición de las principales ciudades y el miedo a ahondar en la carga teológica de las piezas han generado en los últimos años muestras muy descafeinadas. Las Edades del Hombre han pasado de ser una oferta cultural de referencia a nivel nacional a la excusa para el turismo de fin de semana de Madrid, al que cada año le señalan que nueva zona de Castilla y León pueden visitar con la excusa de la anual exposición de arte sacro local.